
La pieza se encuentra en una enorme sala del “Palazzo Vecchio”, y desde luego tiene una historia que contar. Gracias a esta enigmática frase (el que busca encuentra), situada en el estandarte que sujeta un soldado florentino, el experto italiano en análisis de arte Maurizio Seracini,de la universidad de California, asegura que tras la obra de Vasari, se encuentra sin lugar a dudas, una de las más importantes obras de arte de la humanidad, La batalla de Anghiari, a día de hoy desaparecida.
La obra fue encargada por Piero Soderini (en aquella época una especie de cargo municipal de Florencia) en 1503, para decorar el llamado “salón de los quinientos”, del ya nombrado “Palazzo Vecchio”. Pero el encargo no era sólo para Leonardo, compartiría salón con Miguel Ángel, que decoraría otra parte de la gran habitación. Parce ser que el contrato de Leonardo para este trabajo fue firmado por el mismísimo Maquiavelo. Miguel Ángel dejó el trabajo a medias, pero Leonardo lo acabó. El problema como siempre (igual que en la última cena) fue el método utilizado para pintar, su impaciencia pictórica le llevó a utilizar la técnica de la “encáustica” en vez de la más apropiada del “fresco”. La técnica del “fresco” requiere de grandes dosis de habilidad y paciencia para preparar la pared, y de una técnica de pintura matemática, sin vuelta atrás. Y para el genio italiano, esto no era lo más adecuado debido sobre todo a su estilo y falta de paciencia, a la hora de dar los pasos apropiados pero lentos, que la pared requería.
Pero comoquiera que la técnica adoptada por Leonardo, necesitaba finalmente de una poderosa fuente de calor para fijar los colores a la pared (una vez acabada la obra) este, aplicó hornillos a la pintura (fogatas), desencadenándose el desastre, pues la técnica no funcionó y la pintura se estropeó por la parte superior, debido principalmente a que los hornillos solo calentaron la parte baja.
Después de más de un año trabajando en la pieza, Leonardo abandonó el proyecto, dejándolo inconcluso y deteriorado. Hay que decir, que uno de sus posibles ayudantes fue Fernando Yáñez de Almedina, nombre que se ha barajado como autor de la Gioconda del Prado, tan en boga en estos tiempos.
La obra fue expuesta así, y así la copiaron muchos pintores, pues debió ser sin duda un alarde de composición, estilo y diseño. Entre otros, e l mismísimo Rubens copió la parte central, que reproducimos en la cabecera del artículo.
Más de una década después, el salón fue reformado por Vasari, arquitecto y pintor admirador de Leonardo. Las obras inacabadas de Miguel Ángel y Leonardo desaparecieron y el mismo Vasari pintó dos frescos en sendas paredes de la sala. Sabemops que la obra inconclusa de Miguel Ángel fue destruida por Baccio Bandinelli, en un curioso ataque de celos en 1512.
Así han pasado los siglos y la obra de Vasari, (nada despreciable) ha permanecido en un estado perfecto, quizás ocultando la obra de Leonardo, que el mismo Vasari no se atrevería a destruir. Y por eso escribió esa frase tan misteriosa en la bandera del soldado renacentista; “el que busca encuentra”…
Seracini descubrió que Vasari había construido otra pared para realizar su fresco (separada unos 3 cms), sin tocar así el de Leonardo. Y esta suposición dio pie a que se efectuaran pruebas físicas practicando agujeros en la obra de Vasari. El resultado: Aparecieron pigmentos usados por Leonardo y trazos de pincel. Ahora la cosa está que arde, Vasari o Leonardo. Es más que posible que la obra de Leonardo esté en las últimas y hay quién piensa que el fresco de Vasari no debe dañarse más. Pero estoy seguro de que el mismísimo Vasari habría cogido un marrón y habría destrozado él mismo su obra con tal de que la de Leonardo respirara de nuevo con las miradas de los aficionados y admiradores de su arte.
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