Lidia ha terminado este cuadro al que no se le puede poner ni una sola pega. Es cierto que ha tardado meses en acabarlo, pero es cierto también que ha aplicado unas dosis de paciencia infinita para resolver todos y cada uno de los problemas que el cuadro le iba poniendo a medida que avanzaba.
La paciencia, ya lo dice el dicho, es la madre de la ciencia. Y este es un caso en el que aplicar el célebre dicho es de justicia.
¡Felicidades! Lidia, por esa habilidad para sortear problemillas pictóricos de manera tan efectiva.
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